
En mi casa tenemos una videocasetera Beta, una VHS y aire acondicionado, que prendemos para dormir todos a gusto en el cuarto.
En la sala hay un estéreo donde mi papá pone música por la mañana. También se pueden poner discos —de esos grandes de Rocío Dúrcal— y casetes, de esa música que les gusta a los señores.
Hay una tele en la sala de arriba y dos mecedoras: una para mí y otra para mi hermano. Como la tele es una y siempre nos estábamos peleando por ver cosas diferentes, mi papá dijo que el primero que la prendiera mandaba, y el otro tenía que hacer caso.
En la casa de mi tío tienen una tele con control remoto.
Y mi primo, que vive en otra ciudad, allá puede ver el Canal 5.
Me gustaría vivir allá porque en ese canal siempre pasan caricaturas; no como aquí, que solo se ven dos canales y las pasan un ratito por la tarde.
Cada vez que hay comerciales me gusta bajar y ver qué hay de comer en el refri. A veces me hago un sándwich, a veces me tomo un yogur.
El piso de mi casa es blanco y tiene manchitas grises.
En Navidad quiero que me amanezca el juego ese que vi en la tele, donde hay un tiburón que se mueve y uno tiene que tirar los dados. Cuando lo vea en el súper, le diré a mi mamá.
En mi casa la tele no tiene control remoto: tiene unos botoncitos plateados y delgaditos, a los que hay que picarle para cambiar de canal.
A eso de las cinco de la tarde pasa el señor de los elotes en su bici. A mí me gustan con chile y limón. A veces hay que gritarle para que se pare y nos venda. Es un señor muy amable.
Mi mamá me dijo que hoy, por la tarde, a las cuatro, sale She-Ra en la tele y, luego, He-Man.
Ya quiero aprender a leer, para ver en el periódico lo que va a salir en la tele y las películas del cine.
Macu.Kitschmacu
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