jueves, 13 de noviembre de 2025

Qué hacer cuando la nostalgia se antoja a chocolate Toblerone (guía breve)


 

⏱️ 1 min de lectura

Instrucciones para abrir un Toblerone cuando la nostalgia te pique

1. Rompe un triángulo, aunque no sea el más perfecto.

2. Muérdelo por la esquina, como si ese fuera el orden natural.

3. No pienses en la persona que te regaló el primero.

4. O sí. A veces se vale.

5. Recuerda que la nostalgia no engorda, pero sí aprieta.

6. Termínatelo con calma. Saboréalo. 

7. Y cuando acabes, piensa si el antojo era chocolate…
o un abrazo que no llegó.

Macu.Kitschmacu

✨ “A veces la dulzura que buscamos no está en el chocolate, sino en lo que nos recordó.” ✨
🍫 Más historias para antojos emocionales:
Explora mis textos, objetos, bueno recuerdos y pequeñas escenas que también hacen ruido.
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La casa de Johanna

 

La casa de Johanna es muy chiquita.

Hoy por la tarde fuimos a hacer la tarea ahí.
Digamos que está cerca de mi casa, pero más cerca de la casa de mi amiga Zulema.

Johanna vive en un departamento con sus papás y su hermana.
Se acaban de cambiar de casa.
Creo que su papá se quedó sin trabajo o algo así.
Es un lugar muy chiquito y con poquita luz.
El departamento está en un segundo piso, que más bien parece primero, porque el primero está como en un subterráneo.

Mejor hubiera hecho la tarea yo sola.
Pasan las horas y de plática mucho, pero de tarea nada.
No sé qué les da tanta risa a las demás.

Vanessa está sentada en el sillón; Dalia y yo nos miramos sin hacer nada, pensando en la tarea de biología.
Leonor y Johanna platican y se ríen.
Se conocen desde chiquitas, creo que son mejores amigas y se cuentan todo.

Johanna se siente muy bonita y les gusta a varios del salón.
Siempre se está riendo, aunque no le va muy bien con los maestros.
Tiene el cabello bonito y café.

Ya está oscuro.
Y nos tenemos que devolver caminando.

Macu.Kitschmacu

miércoles, 12 de noviembre de 2025

A ver, ven.

 


A ver, ven.

Seguro no estás haciendo nada.
Ayúdame y ve a echarle agua a la plancha, que tengo todo esto que planchar.
De veras que no piensan en uno, nomás enpuercan ropa como si una no tuviera otra cosa que hacer más que estar lavando y planchando.

Ve nomás…
Mal van a estar listas cuando otra vez hay que hacer lo mismo.
Ya ni la muelen, de veras.

Mira, échale agua a la plancha aquí, en este hoyito, pero agua de garrafón, porque con agua de la llave luego dicen que se echan a perder por el sarro.
Eso le pasó a una muchacha que trabaja conmigo: le echaba agua de la llave a su plancha y le duró bien poquito.

¿Ya?
Bueno.

Ahora ve y moja estos trapitos, y los exprimes bien.
¡Ve nomás cómo me los traes, estilando!
Vuelve a exprimirlos con ganas, que me van a mojar la ropa.
Con estos trapitos voy a marcar la raya de la manga de las camisas.

De veras, yo no sé cómo hay gente que va por la vida así, sin plancharse la ropa.

Exprime bien esos trapos, que yo no me puedo mojar porque estoy caliente por la plancha,
y luego salen reumas.

Los doctores dicen que no es cierto, pero por eso las señoras de antes duraban tanto: porque se cuidaban.

Ahora sí los dejaste bien.
Yo te hablo ya que necesite algo.
Vete a hacer lo que estabas haciendo.
Tráeme agua, ya me dio sed.

Macu.Kitschmacu

martes, 11 de noviembre de 2025

En mi casa tenemos una videocasetera Beta

 


En mi casa tenemos una videocasetera Beta, una VHS y aire acondicionado, que prendemos para dormir todos a gusto en el cuarto.

En la sala hay un estéreo donde mi papá pone música por la mañana. También se pueden poner discos —de esos grandes de Rocío Dúrcal— y casetes, de esa música que les gusta a los señores.

Hay una tele en la sala de arriba y dos mecedoras: una para mí y otra para mi hermano. Como la tele es una y siempre nos estábamos peleando por ver cosas diferentes, mi papá dijo que el primero que la prendiera mandaba, y el otro tenía que hacer caso.

En la casa de mi tío tienen una tele con control remoto.

Y mi primo, que vive en otra ciudad, allá puede ver el Canal 5.

Me gustaría vivir allá porque en ese canal siempre pasan caricaturas; no como aquí, que solo se ven dos canales y las pasan un ratito por la tarde.

Cada vez que hay comerciales me gusta bajar y ver qué hay de comer en el refri. A veces me hago un sándwich, a veces me tomo un yogur.

El piso de mi casa es blanco y tiene manchitas grises.

En Navidad quiero que me amanezca el juego ese que vi en la tele, donde hay un tiburón que se mueve y uno tiene que tirar los dados. Cuando lo vea en el súper, le diré a mi mamá.

En mi casa la tele no tiene control remoto: tiene unos botoncitos plateados y delgaditos, a los que hay que picarle para cambiar de canal.

A eso de las cinco de la tarde pasa el señor de los elotes en su bici. A mí me gustan con chile y limón. A veces hay que gritarle para que se pare y nos venda. Es un señor muy amable.

Mi mamá me dijo que hoy, por la tarde, a las cuatro, sale She-Ra en la tele y, luego, He-Man.

Ya quiero aprender a leer, para ver en el periódico lo que va a salir en la tele y las películas del cine.

Macu.Kitschmacu

lunes, 10 de noviembre de 2025

Me gusta la geografía

 


Me gusta la geografía.

Lástima que toca clase hasta el jueves a las once…

¿Por qué le dirán campamocha a la maestra?

A mí me cae muy bien.

¿Será por el pelo alborotado?

¿Será porque es muy flaca?

No sé.

Tampoco sé qué le vio Mauricio a la del segundo “B” para que se la pase platicando con ella cada cambio de clase y en el recreo.

Roberto me gusta, pero sus papás lo van a cambiar de escuela… a un colegio, creo.

“Niños Héroes”, algo así me dijo que se llama la escuela a la que va a ir.

Lástima que ya no lo voy a ver.

Me gustan sus pecas, que se parece a un artista que sale en la tele y que siempre me está contando algo.

Creo que nos llevamos muy bien.

A veces sueño que nos besamos.

Fabiola me preguntó si éramos novios.

Claro que le dije que no, y que yo no tenía tiempo para esas cosas, que ahorita lo que me importa es estudiar y tener un buen promedio.

Hay una canción que está de moda… pero está en inglés.

Aquí la única que sabe inglés en el salón es Lourdes.

Quién como ella, que la tiene fácil; además es muy inteligente.

Su mamá es maestra y le explica las cosas después de clases.

En la tarde necesito ir a la papelería a comprar hojas milimétricas para hacer la tarea de las ecuaciones de la parábola.

¿Venderán de esas en la papelería que está cerca de mi casa?

¿O tendré que ir a la otra, la que está más lejos?

¿Qué habrá hecho de comer mi mamá?

¿Por qué me duele la panza?

Macu.Kitschmacu

domingo, 9 de noviembre de 2025

Manuel, contesta el teléfono.

 


⏱️ Tiempo de lectura: 1 min

☎️ Manuel, contesta el teléfono

“A veces la vida suena más fuerte cuando fingimos que no la escuchamos.” ✨

Manuel, contesta el teléfono.

¡Que lo contestes, te digo!

Si es mi comadre, dile que no estoy…

Pero no le digas que estás solo.

Si es tu papá, dile que me estoy bañando; no quiero hablar con él.

Si es tu tía, dile que le devuelvo la llamada ya que se termine la novela.

Manuel, ¿qué estás haciendo que no vas a contestar?

¡Manuel!...

Si es la señora de las colchas, dile que venga mañana, miércoles, por el abono; ya se lo tengo listo.

¿Manuel, me oyes?

¡Córrele, que ya tiene mucho sonando ese teléfono!

Válgame, Manuel, un timbrido más y me vas a conocer…

¿Número equivocado?

¿Ves? Por eso es mejor que tú contestes.

Macu.Kitschmacu

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domingo, 19 de octubre de 2025

Habrá que reconocer la letra


Compartimos el silencio como si fuera un idioma antiguo que solo nosotros entendemos.

Nos habita la distancia, pero en algún rincón de la memoria seguimos respirando al mismo ritmo.

Tu voz aún roza mi oído en las noches más quietas, y yo le hablo al aire como si el aire supiera devolverte.

El tiempo pasa, claro, pero pasa distinto.

Fuimos vidas paralelas, condenadas a encontrarse solo por instantes: tangentes de memorias que aún arden bajo la piel.

Hemisferios, kilómetros, meses… la geografía de lo imposible.

Nos quedan los recuerdos, esos presentes sin futuro, esos pasados que lo saben todo.

A veces río y escucho mi propia risa, que rebota como el eco, como una casa donde ya nadie vive.

No somos lo que fuimos, ni fuimos lo que recordamos.

Quizá nunca lo seremos.

Pero algo de nosotros sigue ahí, suspendido en el aire que compartimos sin saberlo.

Así pasa la vida: como una carta que viaja sin destino, pero con el corazón entero en el sobre.

Así van las almas, con remitente y destinatarios; viajan en las manos del tiempo, que entrega —en orden perfecto— el contenido del sobre.

Habrá que reconocer la letra.

Macu. Kitschmacu