La San Marcos del tigre
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A ver, no es que en este lugar del mundo haga frío; en realidad, diez meses del año los pasamos arriba de 38 grados. Por tanto, cuando el termómetro marca 23 o 21 grados… aquí “hace frío”.Y para esos momentos existe un elemento infalible, valorado y ampliamente querido: la San Marcos del tigre.
Esa portentosa colcha que hibernaba en el clóset materno por más de diez vueltas al calendario. Ese cálido resguardo que no se movía ni aunque temblara. Era la emperatriz del clóset, la guardiana oficial del invierno, la cobija que te podía salvar del frío, del miedo y, si te descuidabas, de ti misma.
Esa cobija pesaba como tres decisiones de adulto. Tenía el poder de aplastarte la tristeza, la gripe, los apabullantes 18 grados y cualquier intento de levantarte temprano. Era tan pesada que uno pensaba: si el tigre se despierta, aquí quedo.
Mi papá decía que era “la buena”: la cobija que no se prestaba, la que había que doblar derechita, la que debía guardarse lejos del sol para que no se maltratara el estampado del felino.
Ese tigre tenía ojos que brillaban en la penumbra. A veces daba miedo, a veces daba fuerza y valor. En las noches frías (esas de 15 grados, aprox.) parecía mirarte como diciendo: no pasa nada, yo aquí te tapo.
Y sí. Te tapaba todo. Desde el cuello hasta los pies, como si supiera exactamente lo que necesitabas a cierta edad: calor, peso, contención, silencio.
La San Marcos era un abrazo gigante que no cuestionaba nada. No necesitaba palabras. No juzgaba. No pedía. Solo cubría.
Aguantó derrames de chocolate, visitas inesperadas, noches largas y domingos de flojera. Fue cobija de emergencia, de visita, de desvelos, de apapacho, de película, de todo.
Hasta que un día la cambiaron por una cobija más ligera, más moderna, más fácil de lavar. Y ahí quedó la San Marcos: en un rincón, doblada con dignidad felina, esperando a que alguien la necesitara de nuevo.
Porque una cobija así no se tira. No se regala. No se olvida. Se queda como se quedan ciertas cosas: pesando lo justo, guardando calor antiguo y recordándote que hubo un tiempo en el que un tigre impreso en textil era suficiente para sentirte segura.
Macu.Kitschmacu
✨ “Hay cobijas que no solo abrigan: también guardan la versión más linda de ti.”










