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jueves, 22 de noviembre de 2012

Para ti, Coppel: datos, juguetes y la oportunidad de hablarme de tú a tú




Desde hace meses tengo en mente una idea que me parece interesante. No sé si ya la usan, o si ha pasado por su radar, pero aquí va...

Como he comentado antes, siempre regalo juguetes a mis ahijaditos, sobrinitos e hijos de amigas. En sus cumpleaños, o en Navidad, nada emociona más a un niño que recibir algo con qué jugar. (Seguramente con las mamás la ecuación corre al revés). Pero en lo que respecta a los niños, es seguro: en diciembre y en sus fechas importantes, el regalo de la Nina Macu será un juguete.

Mis picos de compra son fáciles de rastrear: diciembre (Navidad), y luego abril, agosto, septiembre y noviembre (cumpleaños). Si alguien revisa mi historial de compras, verá que desde hace cinco años hago adquisiciones en esas fechas y en el mismo segmento: juguetes.

Hace poco, en agosto, me preguntaron por qué siempre compro en el mismo lugar. La respuesta: todas mis compras de juguetes —navideñas o de cumpleaños— son en Coppel. Ya lo he escrito aquí y lo repito cuando alguien me lo pregunta.

¿Por qué Coppel? (además que de dije hace unos posts que tendrían la llave de mi corazón ajaajaj)

Porque tiene una existencia interesante de juguetes (eso me gusta). Porque no me pierdo entre pasillos infinitos. Porque hay estilos y opciones para todas las edades: bebés, niños, niñas. Porque venden marcas reconocidas, con precios similares a los de otros lugares. Y porque no me desgarro las vestiduras buscando promociones. No gasto tiempo, ni gasolina, ni energía comparando aquí y allá.

También me preguntaron si lo que me atrae son las mensualidades. En realidad no. Suelo liquidar mis compras al mes. —“¿Entonces hay descuento en juguetes?”, me dijeron. —“No. De hecho, rara vez hay descuentos”, contesté.

A raíz de esa conversación, me puse a pensar. Como clienta de Coppel, creo que hay una oportunidad de comunicación que aún no se ha aprovechado. Y creo que no soy la única. Hay otros perfiles como el mío.

Ustedes, Coppel, tienen mi historial. Soy su clienta. Tengo su tarjeta. Ustedes saben más de mí que yo misma: cuánto gasto, en qué meses, qué tipo de productos compro, cuántos triciclos he adquirido (dos años seguidos la misma marca), que este año volveré a comprar un patín del diablo. Toda esa información está en sus archivos. Estoy en sus datos.

Entonces, ¿por qué no usarlo para establecer una conversación más segmentada y directa?

¿Qué imagino?

  • Un boletín electrónico con imágenes de novedades, marcas y productos del segmento que ya compro.
  • Una herramienta para ustedes que puede ser útil incluso para negociar con proveedores (más volumen, mejores plazos, mayor impulso a marcas).
  • Un cupón con código único que me llegue a mi correo. Lo imprimo, lo presento en tienda, y obtengo un descuento válido por 15 días o un mes.

Ustedes aumentan mi ticket promedio. Yo obtengo valor inmediato.

¿Y si también lo hacen durante los meses en que no estoy comprando?

¿Qué tal una tarjeta azul Coppel que se pueda programar para usar en el departamento de mi preferencia: juguetes, zapatos, electrónica, etc.? Y que cada compra —o cada abono cumplido— me sume a sorteos, beneficios, puntos. Eso me motiva. Me hablas de tú a tú. Ambos ganamos.

Tienen los datos. Tienen los medios. Tienen la posibilidad de crear valor para el proveedor, para ustedes como tienda, y para mí como clienta. Los nichos ya están ahí. Solo falta encender la conversación.

¿Qué te parece?

Nos vemos pronto, que voy por el regalo de los niños.

Macu. Kitschmacu

🎁 El mejor marketing no es el que habla de descuentos. Es el que entiende los hábitos, escucha al cliente y responde con intención.

lunes, 30 de julio de 2012

Sorpresa Coppeleña. Tome uno: cortesías, calor y pequeños gestos que dicen mucho




Una de esas agradables sorpresas que se agradecen como cliente.

Circulando por la tienda, me encontré con una mesita llena de botellitas de agua. Encima de ella, un cartelón amable:

“Tome uno.”

Eso fue todo. Y fue suficiente.

Bien, Coppel. Bien.

  • Fina atención.
  • Consciencia del cliente… y del calor excesivo que vivimos en la ciudad.
  • Un gesto que, sin decir mucho, lo dice todo. La llave Coppel, ¿Será que tienen la llave de mi corazón?

Una sonrisa, una palmadita mental y una hidratación cortesía de la casa.
Gracias.

:)

Macu. Kitschmacu

💧 A veces el marketing no viene en una campaña. Viene en una botellita fría que aparece justo cuando la necesitas.

jueves, 15 de marzo de 2012

Coppel Canada: La vida se camina: pasos, emociones y un spot que se queda







Estos nuevos spots de Coppel Canadá los veía empezados en la tele. Siempre justo cuando ya habían arrancado. Hace tres días los subieron a YouTube y, por fin, pude verlos completos: 31 segundos cada uno, nuevecitos, todavía con menos de 100 vistas.

Confieso que me gusta la idea. Mucho.

La vida se camina. Y sí, estoy de acuerdo con vos.

Los pasos de un niño aprendiendo a caminar.
El adolescente que toma valor, se acerca y le da un beso a la chica que le gusta (lo amé, todo tímido, todo apenado, pero victorioso).
La niña con uniforme y mallitas que ve un charco y salta con decisión.
Las muchachas que van por el pasillo.
Ese gran paso: una boda.

La boda de Laura Guzmán.
(Ahí anda su tarjetita pegada en todos los carros repartidores de la empresa, hasta que me tocó conocerla.)

Buenos spots. Buena idea. Buena ejecución.
Tomas limpias, historia clara, emoción auténtica.

No siempre la publicidad logra narrar sin empujar. Aquí sí lo lograron.

Y si tuviera que quedarme con algo más que los 31 segundos, sería esto: hay campañas que se vuelven una especie de llave... no solo abren puertas a la marca. Abren conversación, recuerdos y emociones. Y esas son las que se quedan.

Macu. Kitschmacu

💛 La vida se camina. Paso a paso, historia a historia. Algunas marcas también aprenden a hacerlo así.