domingo, 25 de septiembre de 2016

Espero, que nada espere…


Tengo un silencio tan lleno de ti, que no hay ruido que me distraiga. Un silencio compacto, único y personal. Un silencio que intenta creo, volverse eterno. Aquí estás tú, con tu rostro desnudo, las historias que de a poco compartes, entre el sigilo están tus ojos, la mirada esa que busca en mis ojos las respuestas de las preguntas que no formulas jamás. Aire, misterio, palabras colapsadas tras tus labios y los míos, tiempo. No hables que se nos va el silencio.

Se nos va a los sueños, a nuestros rescoldos de inocencia. Se nos va a las manos, tan llenas de tormentas y secretos. Se va hasta la mar embravecida por este disimulo. Temblamos con reserva, temblamos como si no pasara nada, siente el viento... naufragamos.


Tengo un silencio tan lleno de ti, que resulta no ser eterno, espera imperioso tus sonidos. Tu nombre, tus pensamientos, tu mirada, tus misterios, esos desiertos tan tuyos, tus estrellas. Espera ya tu risa. Y espera, espero, que nada espere… que no espere. Tus sonidos. 

Macu. Kitschmacu. 

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