Un cuento sobre el cansancio suave, la validación ajena y todas esas manos que opinan sobre nuestros colores sin haber visto jamás cómo late nuestro color por dentro. Entre licenciados, asistentes, correcciones y cambios caprichosos, se abre una rendija: la voz de una mujer que escribe para no perderse y que encuentra, en sus propias palabras, el único refugio que no exige permisos. “El oficio de las palabras” es un retrato íntimo (y a ratos irónicamente doloroso) de lo que significa crear mientras el mundo insiste en editarte.
Un texto para leer acostada, con luz tibia y un poco de calma, para recordar que también merecemos un rincón donde recomponernos la vida —aunque sea por unos minutos.
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Mil gracias,
Macu.Kitschmacu

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