El branding abarca, sin duda, espectros fascinantes dentro de las organizaciones. Pone al descubierto elementos esenciales y preguntas profundas que toda marca debería hacerse:
¿Qué representamos?
¿Qué valoramos?
¿Qué piensa de nosotros nuestro mercado?
El branding puede explorar un territorio amplísimo: desde valores, visión y acciones, hasta percepciones, grupos sociales, sistemas holísticos, activos tangibles e intangibles. Incluye también la personalidad, la identidad visual, las marcas registradas (y sí, todo eso se engloba dentro de la identidad de marca).
Importante aclarar —y antes de que esto avance más—:
Un buen logo no hace una marca.
Ayuda, sí. Pero no es garantía de nada.
(El negocio no está en el logo... pero ese es tema de otro post.)
Es precisamente en esta amplitud, esta vastedad de significados donde el branding me resulta fascinante, ubicuo, poderoso.
Una correcta implementación puede ordenar y encumbrar organizaciones. Puede devolver valor a marcas que alguna vez lo perdieron. Puede transformar servicios.
Un buen branding —bien pensado y bien ejecutado— puede volver a una marca relevante, entendida… y querida.
(Sí: querida en el sentido de “amada” y también en el sentido de “comprada”.)
Un clásico de fin de año —que confirma todo lo anterior— es la campaña navideña de Coppel. Año tras año, entregan una historia entrañable, visualmente limpísima, emocional y estratégica. Y sí, apuntalan con fuerza su branding corporativo.
Para esta Navidad, con el majestuoso Edificio Vizcaya en Ciudad de México como locación, en 2:21 minutos nos presentan a Coppo y Caty: dos seres que se encuentran y comparten amor incondicional, bondad, paciencia, alegría y ternura.
- La historia central: uno de los vínculos más fuertes y puros que existen es el que se da —voluntaria y limpiamente— entre un niño y su mascota. Ese amor elegido, férreo y constante, que nos rescata.
- La paciencia: que todo lo alcanza. Aquí, la paciencia limpia distancias. Educa con suavidad. Obtiene resultados. La paciencia individual puede cansarse, pero la acción colectiva reconforta y une.
- El tono: evocativo, solidario, conmovedor. Impregnado de infancia y memorias. (Levante la mano quien no haya rescatado o adoptado un perrito o gatito en su niñez…)
- El final: minuto 2:01. No sabía si llorar o aguantar el sentimiento.
Una comunicación de marca, comme il faut, desde todos los ángulos.
Bien logrado.
Macu. Kitschmacu.